El último misionero en entrar a Japón se llamaba Gianni Battista Sidotti (o Sidoti), era un sacerdote de Sicilia (Italia) e ingresó al país asiático cuando este ya había cerrado sus puertas a los extranjeros y el catolicismo fue prohibido. El P. Sidotti no regresó a Europa. Si bien sus restos fueron hallados hace dos años, recién ha sido confirmada su autenticidad por las autoridades japonesas.
Por ello, en el año en que el Papa Francisco aprobó la beatificación del "Samurai de Cristo" Justo Takayama, el descubrimiento de los restos del "último misionero del país", tiene un valor aún más simbólico.
No se habría sabido nada sobre el P. Sidotti si no fuese por un manuscrito que hablaba de él y que fue hallado hace 150 años aproximadamente. Este documento fue redactado por el consejero del shogun, Arai Hakuseki, que lo había interrogado.