14 de abril de 2015 / 08:06 PM
En febrero de este año la Iglesia conmemoró los 250 años de la aprobación otorgada por el Papa Clemente XIII a un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos que permitió a los Obispos de Polonia la celebración de la Misa del Sagrado Corazón de Jesús, que fue la primera respuesta oficial de la Sede Apostólica en favor de una devoción que, con el correr de los años, se extendería por el mundo entero.
La devoción al Sagrado Corazón no es sino una forma especial de devoción a Jesús. "Devoción" viene de la palabra latina devovere: dedicarse, consagrarse así mismo a una persona amada. Sin embargo, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una de las que debieran sernos más queridas. ¿Por qué? Porque honra a Cristo Jesús no tanto en uno de sus estados o de sus misterios particulares, sino en la generalidad y en la totalidad de su amor, de ese amor en el que todos los misterios encuentran su explicación más profunda.
Aunque esté especial y netamente caracterizada, esta devoción reviste, pues algo de universal: honrando al corazón de Cristo, no es al Jesús Niño, adolescente o víctima que se dirigen nuestros homenajes, sino a la persona de Jesús en la plenitud de su amor. Además, la práctica general de esta devoción, tiende, en último análisis, a volver al Señor amor por amor.