En totalitarismos el Estado se cree el único educador, recuerda Arzobispo de Valencia

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El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, defendió el derecho constitucional de los padres a objetar de conciencia la asignatura de Educación para la Ciudadanía y llamó a no olvidar "los errores educativos de los de los países totalitarios (marxistas o fascistas), en los que el Estado se concibió en muchos de ellos como el único educador".

"Nos encontramos en el siglo XXI donde las experiencias del siglo XX sobre la educación deben hacernos recapacitar en los riesgos del Estado que más allá de legislar, pretende impartir su propia moral", advirtió el Prelado en su carta semanal titulada "Educación cívica sí, pero de verdad".

En ese sentido, afirmó que el ejercicio de la objeción de conciencia es la prueba de que los padres "no están dispuestos a que el Estado les expropie de su responsabilidad" de educar moralmente a sus hijos. Recordó que este derecho está amparado por la Constitución española y por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En su carta, el Prelado dijo que "muchos cristianos acogen con alegría" todo esfuerzo que se realice en pro de la formación cívica de los jóvenes, pues se trata de la base y la finalidad de una verdadera educación, abierta a los derechos humanos y a la búsqueda del sentido de la vida que incluye el interrogarse "sobre la trascendencia divina de cada persona y la congruencia cívica y moral que ello comporta ante la sociedad, y especialmente ante los desfavorecidos".

"Sin embargo, los cristianos también tenemos derecho a preguntarnos si algunos de los planteamientos que se proponen sobre esta nueva asignatura (Educación para la Ciudadanía) nacen en realidad de un laicismo radical que pretende utilizar el Estado para el adoctrinamiento de un determinado modelo ideológico", advirtió.

En ese sentido, dijo que del modo como es planteada esta asignatura, se tiene la impresión de que su objetivo verdadero "es prescindir de toda referencia a Dios y desplazar a los padres" de su rol de formadores en valores. "Así se infiere de las airadas negativas (de las autoridades) a admitir la objeción de conciencia" señaló.

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Mons. García-Gasco recordó que una verdadera educación cívica debe poner a la persona "en condiciones idóneas de cumplir con sus obligaciones con respecto a los demás" y, en ese sentido, la religión y los padres "son ayudas irreemplazables" para que los creyentes "podamos vivir el amor, culmen y resumen de todas las obligaciones morales".

"Los obispos queremos una educación cívica de verdad y ésta sólo tendrá sólido fundamento en la libertad religiosa de los padres para educar a sus hijos en los principios del catolicismo, de otras creencias religiosas, o de la ausencia de las mismas. La democracia no está llamada a imponer un credo agnóstico en las escuelas, sino a favorecer la libertad para que cada cual pueda escoger sobre lo que afecta a su libertad religiosa o a su libertad de conciencia sobre cuestiones de tanta repercusión vital como lo es la moral", afirmó.

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