En una intensa ceremonia marcada por la presencia de decenas de miles de jóvenes agitando sus ramos de olivos y palmas, el Papa Juan Pablo II pidió a los jóvenes durante este Domingo de Ramos, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, que no teman predicar la cruz de Cristo al mundo.
“En la cruz, Jesús muere por cada uno y por cada una de nosotros. La Cruz es, por tanto, el signo más grande y elocuente de su amor misericordioso, el único signo de salvación para cada generación y para toda la humanidad”, dijo el Pontífice.
El Santo Padre recordó que fue hace veinte años, “al concluir el Año Santo de la Redención, que entregué a los jóvenes la gran Cruz de aquel Jubileo”. “Desde entonces, la cruz sigue atravesando numerosos países, en reparación de las jornadas mundiales de la Juventud. Durante sus peregrinaciones ha recorrido los continentes: como llama pasada de mano en mano, ha sido transportada de país en país; se ha convertido en signo luminoso de la confianza que anima a las jóvenes generaciones del tercer milenio”, dijo el Papa.