"Este don, el ‘sensus fidei’ es para el creyente una especie de instinto sobrenatural que tiene una connaturalidad vital con el mismo objeto de la fe (...) y un criterio para discernir si una verdad pertenece o no al depósito vivo de la tradición apostólica. También tiene un valor proposicional porque el Espíritu Santo no cesa de hablar a las iglesias y de llevarlas a la verdad entera".
"Hoy en día, sin embargo, es particularmente importante aclarar los criterios usados para distinguir el sensus fidelium auténtico de sus falsificaciones. De hecho, no es una especie de opinión pública de la Iglesia, y es impensable recurrir a él para impugnar las enseñanzas del Magisterio, ya que el ‘sensus fidei’ no puede desarrollarse auténticamente en el creyente auténtico salvo en la medida en que participa plenamente en la vida de la Iglesia, y esto requiere una adhesión responsable a su Magisterio".
El Papa resaltó además que "si la ruptura de la relación entre las personas y Dios trae consigo un profundo desequilibrio en la relación entre los hombres, la reconciliación con Dios, actuada en la Cruz de Cristo, ‘nuestra paz’, es la fuente fundamental de la unidad y la fraternidad".
En esta perspectiva, se coloca también la reflexión sobre "la doctrina social de la Iglesia en el contexto de la doctrina de la Fe, que confirma que la doctrina social no es una adición extrínseca, sino que, sin dejar de lado la contribución de una sana filosofía social, hunde sus raíces en las fuentes mismas de la fe".