Al recibir a diversos funcionarios del Departamento de Administración Penitenciaria italiana, al inspector general de los capellanes, y a varias agentes de la Policía Penitenciaria Femenina, el Papa Juan Pablo II destacó la necesidad de tratar a los presos con dignidad y caridad.
“Me complace saber -dijo el Santo Padre a los nuevos agentes- que durante el curso habéis demostrado una aplicación encomiable, consiguiendo resultados alentadores. Me congratulo con vosotros y aprovecho la ocasión para ofreceos una sugerencia: cuidad siempre vuestra vida espiritual”.
“Efectivamente, vuestra función requiere una sólida madurez humana que permita conjugar la firmeza con la atención a las personas. Ser mujeres favorece esta exigencia, ya que contáis con esas cualidades, propias del género femenino, que inciden positivamente en las relaciones personales”.