Al recibir la tarde del viernes en la Sala Clementina al Cuerpo de la Gendarmería Vaticana, el Papa Benedicto XVI les exhortó a “intensificar la dimensión espiritual de la vida, así como también el compromiso a profundizar su fe cristiana”.

Para ese fin, dijo el Santo Padre, “les es de ayuda el Año de la fe que estamos celebrando: él constituye una ocasión privilegiada para re descubrir cuánto gozo hay en el creer y en el comunicar a los demás que el encuentro salvífico y liberador con Dios realiza las aspiraciones más profundas del hombre, sus anhelos de paz, de fraternidad, de amor”.

El Cuerpo de Gendarmería del Vaticano está a cargo de la seguridad, el orden público, y la investigación criminal, entre otras responsabilidades.
El Papa expresó a los miembros del Cuerpo de Gendarmería “mi estima, mi vivo estímulo y sobre todo mi profundo reconocimiento por el generoso trabajo que desenvuelven con discreción, competencia y eficiencia y no sin sacrificio”.

“Casi todos los días tengo la oportunidad de encontrar a alguno de ustedes en los varios puestos de servicio y de constatar personalmente su profesionalidad en el colaborar y garantizar la vigilancia al Papa, como también el necesario orden y la seguridad de cuantos residen en el Estado o de aquellos que participan en las celebraciones y los encuentros que se desarrollan en el Vaticano”.

El Santo Padre indicó que “el Cuerpo de la Gendarmería está llamado a desenvolver, entre sus diversas tareas, aquella de acoger con cortesía y con gentileza a los peregrinos y los visitantes del Vaticano, que llegan desde Roma, de Italia y de todas partes del mundo”.

“Esta obra de vigilancia y de control, que ustedes llevan a cabo con diligencia y solicitud, es ciertamente considerable y delicada: ella requiere a veces no poca paciencia, perseverancia y disponibilidad a la escucha. Se trata de un servicio más que nunca útil al tranquilo y seguro desenvolvimiento de la vida cotidiana y de las manifestaciones religiosas de la Ciudad del Vaticano”.

El Papa pidió a los gendarmes que “en cada peregrino o visitante, sepan ver el rostro de un hermano que Dios pone en su camino; por tanto acójanlo con gentileza y ayúdenlo, sintiéndolo parte de la gran familia humana”.

“Su actividad será por tanto más eficaz para la Santa Sede y enriquecedora para ustedes, cuanto más se pueda desarrollar en un contexto de serenidad y de armonía. Con tal propósito, es necesario que los Gendarmes que garantizan desde hace largo tiempo su servicio al interno del Cuerpo así como los responsables del Comando, favorezcan cada vez más las relaciones de confianza de forma de sostener y de estimular a todos los miembros de la Gendarmería Vaticana, también en los momentos difíciles”.

Benedicto XVI recordó que “en los días pasados, la liturgia nos ha invitado a contemplar a Jesús que se ha hecho hombre y ha venido entre nosotros. Él es la luz que ilumina y da sentido a nuestra existencia; es el Redentor que trae la paz al mundo”.

“Contemplemos a la Virgen Santísima mientras lo tiene entre brazos, como madre premurosa, para donarlo a todos los hombres, y acojámoslo ¡con confianza y gozo!” El Papa exhortó a que “como María, también nosotros miremos con atención y custodiemos en el corazón las grandes cosas que Dios cumple cada día en la historia. Aprenderemos así a reconocer, en la trama de la vida cotidiana, la intervención constante de la divina Providencia, que todo guía con sabiduría y amor”.

“Queridos amigos, renuevo a todos ustedes el agradecimiento más sincero y afectuoso por su colaboración; que este su generoso y apreciado servicio pueda ser recompensado por el Señor. A Él dirijo mi oración, para que les ayude a desarrollar su profesión, siempre fieles a aquellos ideales que ella requiere. Mientras más sólidos son los principios morales que les inspiran, más autorizadas serán sus intervenciones”.

El Santo Padre exhortó a los miembros del Cuerpo de Gendarmería a continuar “siempre con tal espíritu”.

“Que en las justas aspiraciones que nutren les protejan y sostengan sus patronos celestiales, el Arcángel San Miguel y Santa Bárbara; les sea de consuelo y de estímulo mi constante benevolencia; y les acompañe la especial Bendición Apostólica, que de corazón imparto a ustedes y a sus familias”, concluyó.