Durante la Misa celebrada este martes 12 de junio en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco destacó la importancia del "simple testimonio habitual, el que se ofrece cada día" sin esperar el reconocimiento de ningún mérito.
El Santo Padre explicó que el testimonio más grande que puede dar un cristiano es entregar la vida como la entregó Jesús, es decir, el martirio. Sin embargo, hay otro tipo de testimonio que es el testimonio de cada día, "el que comienza por la mañana al levantarse y finaliza por la noche, cuando se va a dormir".
Ese testimonio consiste en "ser sal y luz para los demás, sin atribuirse méritos". "Puede parecer poca cosa", indicó Francisco, "pero el Señor, con poca cosa, puede hacer milagros, puede hacer maravillas". Por lo tanto, el cristiano debe tener una actitud de humildad. En eso consiste ser sal y luz.