La Santa Sede dio finalmente a conocer la extensa “Carta a los Obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China” en la que el Papa Benedicto XVI manifiesta su “amor y cercanía” a esta comunidad, defiende el derecho a la libertad religiosa y ofrece un diálogo franco con las autoridades políticas chinas, normaliza la situación canónica de la Iglesia en China, y finalmente convoca a una jornada de oración por la Iglesia en ese país, por su comunión de fe en Jesús y por su fidelidad al Papa, para el 24 de mayo.
La larga misiva consta de 20 acápites, incluyendo los saludos inicial y final.
En la primera parte, en la que desarrolla los aspectos teológicos de la situación de la Iglesia en China, el Papa señala que “hoy, como ayer, anunciar el Evangelio significa anunciar y testimoniar a Jesucristo crucificado y resucitado, Un hombre nuevo, vencedor del pecado y de la muerte”; y expresa que “también en vuestro país, el anuncio de Cristo crucificado y resucitado será posible en la medida en que con fidelidad al Evangelio, en la comunión con el Sucesor del Apóstol Pedro y con la Iglesia universal sabréis realizar los signos del amor y de la unidad".