El Papa marca gesto ecuménico para que "el mundo crea que Jesucristo es el Señor"

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Durante la emotiva celebración ecuménica para la entrega de las reliquias de San Gregorio Nazianzeno y Juan Crisóstomo a Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla; el Papa Juan Pablo II destacó la necesidad de seguir profundizando los gestos de comunión entre ambas iglesias.

Durante la homilía pronunciada en la capilla papal, el Sumo Pontífice hizo referencia a la necesidad  de “caminar juntos hacia la plena y visible unidad que Cristo quiere para sus discípulos”.

El Papa destacó que “en el paso de estas santas reliquias nosotros vemos una ocasión bendita para purificar nuestras memorias heridas, para curar nuestro camino de reconciliación, para confirmar que la fe de estos nuestros Santos Doctores es la fe de las iglesias de Oriente y Occidente”.

Esta es “la hora propicia para mostrar con palabras y gestos de hoy las inmensas riquezas que nuestras Iglesias conservan en sus tradiciones”, añadió.

Refiriéndose luego a la Santa Eucaristía dijo su Santidad que “se trata del momento favorable para unir a la intercesión de los santos nuestra oración para que el Señor haga llegar el momento en que puedan estar juntos y contribuir así en un modo más eficaz a hacer que el mundo crea que Jesucristo es el Señor”.

“Siervo de la comunión”

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El Papa Juan Pablo II manifestó finalmente su deseo de “ser siervo de la comunión en la verdad y en el amor, para que la barca no sea destruida por las tempestades y pueda un día arribar a su ribera”.

Las reliquias de San Gregorio Nacianceno fueron trasladadas desde Constantinopla a Roma por varias monjas bizantinas en el siglo VIII en la época de las persecuciones iconoclastas de los emperadores León III Isaurico y Constantino, que negaban el culto a las imágenes sagradas y se perseguía a quienes las venerasen.

Las reliquias se conservaron en la Iglesia romana de Santa Maria en Campo Marzio hasta que el papa Gregorio XIII en 1580 pidió a las religiosas que las trajeran a la basílica vaticana y se colocaron debajo del altar de la Capilla Gregoriana.

El Pontífice quiso sin embargo que las monjas conservaran una reliquia perteneciente al brazo del santo.

Las reliquias, presentadas  durante la liturgia de este sábado en impresionantes relicarios de alabastro blanco, fueron bendecidas por ambos líderes; y el mismo sábado viajaron a Estambul (Turquía), la sede tradicional del patriarcado de Constantinopla.

pequeñas partes de las reliquias

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