En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles peregrinos en la Plaza de San Pedro, el Papa señaló que el Evangelio de hoy habla sobre que "Jesús no es un misionero aislado, no quiere realizar solo su misión, sino que involucra a sus discípulos".

"Hoy vemos que, además de los Doce apóstoles, llama a otros Setenta y Dos, y los envía a las aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios está cerca. ¡Esto es muy bonito! Jesús no quiere obrar solo, ha venido a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad".

El Santo Padre señaló que Jesús forma "una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera. Inmediatamente los entrena a la misión, a ir".

"Pero atención: la finalidad no es socializar, pasar el tiempo juntos, no, la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente!, también hoy es urgente, no hay tiempo que perder en charlas, no es necesario esperar el consenso de todos, es necesario ir y anunciar".

El Papa indicó que "a todos se lleva la paz de Cristo, y si no la reciben, se va hacia adelante. A los enfermos se les lleva la curación, porque Dios quiere curar al hombre de todo mal".

"¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué bonito es esto! No vivir para sí mismo, no vivir para sí misma. Sino vivir para ir a hacer el bien".

A los muchos jóvenes presentes hoy en la Plaza de San Pedro, el Papa les pidió preguntarse "¿Jesús me llama a ir, a salir de mí, a hacer el bien? A ustedes jóvenes, a ustedes chicos y chicas, les pregunto: ¿Ustedes son valientes, tienen la valentía de sentir la voz de Jesús? ¡Es bello ser misionero! Ah son buenos, eh, me gusta eso".

"¿Quiénes son estos Setenta y Dos discípulos que Jesús envía? ¿Qué representan? Si los Doce son los Apóstoles, y por tanto representan también a los Obispos, sus sucesores, estos setenta y dos pueden representar a los demás ministros ordenados, a los presbíteros y diáconos; pero en sentido más amplio podemos pensar en los otros ministros en la Iglesia, en los catequistas, en los fieles laicos que se empeñan en las misiones parroquiales, en quien trabaja con los enfermos, con las diversas formas de necesidad y de marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca".

Por ello, señaló el santo Padre, "todos deben ser misioneros. Todos pueden sentir esa llamada de Jesús e ir hacia adelante a anunciar el Reino".

"Dice el Evangelio que estos Setenta y Dos volvieron de su misión llenos de alegría, porque habían experimentado el poder del Nombre de Cristo contra el mal. Jesús lo confirma: a estos discípulos Él les da la fuerza de derrotar al maligno. Pero añade: 'No se alegren de que los espíritus se les sometan; alégrense de que sus nombres estén escritos en los cielos'. No debemos vanagloriarnos como si fuéramos nosotros los protagonistas: protagonista es uno solo, es el Señor, protagonista es la gracia del Señor".

"Él es el único protagonista. Y nuestra alegría es sólo ésta: ser sus discípulos, ser sus amigos. Que la Virgen nos ayude a ser buenos obreros del Evangelio".

Al culminar, Francisco exhortó a los fieles a que "no tengan miedo de ser alegres, no tengan miedo de la alegría. Esa alegría que nos da el Señor cuando lo dejamos entrar en nuestra vida; dejemos que Él entre en nuestra vida y nos invite a salir fuera de nosotros, a las periferias de la vida, a anunciar el Evangelio. No tengan miedo de la alegría. ¡Alegría y coraje!".

El Papa también pidió rezar por los seminaristas, de los novicios y de las novicias, con quienes se ha encontrado ayer y hoy, en el marco de una peregrinación especial por el Año de la Fe.

"Les pido que recen por ellos, para que el amor por Cristo madure cada vez más en su vida y se conviertan en verdaderos misioneros del Reino de Dios".