"Hoy, con gran alegría, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, damos inicio al Año de la fe", con estas palabras el Papa inauguró esta mañana el Año de la Fe. En la homilía de la Misa que presidió en la Plaza de San Pedro señaló que este tiempo puede considerarse una peregrinación en los desiertos del mundo llevando sólo lo esencial: el Evangelio y la Fe de la Iglesia.
Ante miles de peregrinos presentes, entre los cuales se encontraban los Padres Conciliares que participaron en el Concilio Vaticano II hace 50 años, el Pontífice afirmó que son cada vez más las personas que participan en peregrinaciones como la del Camino de Santiago y cuestionó: "¿no es quizás porque en ellos encuentran, o al menos intuyen, el sentido de nuestro estar en el mundo?"
"Así podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los apóstoles al enviarlos a la misión, sino el Evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años".