"El Apóstol, sin embargo, no puede arriesgarse a que se creen compromisos en un terreno tan decisivo. El Evangelio es solo uno y es el que él ha anunciado; no puede existir otro. ¡Atención! Pablo no dice que el verdadero Evangelio es el suyo porque lo ha anunciado él, ¡no! Esto sería presuntuoso, sería vanagloria. Afirma más bien, que 'su' Evangelio, el mismo que los otros apóstoles iban anunciando en otros lugares, es el único auténtico, porque es el de Jesucristo", explicó el Papa.
Luego, el Santo Padre insistió sobre este punto que el apóstol San Pablo "no deja espacio a la negociación" porque "con la verdad no se puede negociar, o tú recibes el Evangelio como es, como ha sido anunciado, o recibes cualquier otra cosa, pero no se puede negociar con el Evangelio. La fe en Jesús no es mercancía para negociar, es salvación, es encuentro, es redención, no se vende en buen mercado", añadió.
De este modo, el Papa remarcó que San Pablo fue "bien consciente de que su misión es de naturaleza divina, ha sido revelado de Cristo mismo a él, y por tanto está movido por el total entusiasmo por la novedad del Evangelio, que es una novedad radical, no es una novedad pasajera, 'no hay evangelios a la moda', el Evangelio siempre es nuevo, es la novedad".
"En resumen, en este laberinto de buenas intenciones es necesario desprenderse, para acoger la verdad suprema que se presenta como la más coherente con la Persona y la predicación de Jesús y su revelación del amor del Padre", destacó el Papa.