La segunda realidad, la de Dios es que Él se hizo hombre para salvar a todos: "la realidad de Dios es Dios hecho Cristo, por nosotros. Para salvarnos. Y cuando nos alejamos de esto, de esta realidad y nos alejamos de la cruz de Cristo, de la verdad de la las llagas del Señor, nos alejamos también del amor, de la caridad de Dios, de la salvación, y andamos en un camino ideológico de Dios, lejano: no es Dios que viene a nosotros y se ha hecho cercano para salvarnos y muerto por nosotros. Esta es la realidad de Dios", explicó.
El Papa contó una anécdota ocurrida entre un agnóstico y un creyente. "El agnóstico, de buena voluntad, le preguntó al creyente: 'Para mí, el problema es cómo Cristo es Dios. No puedo entenderlo. ¿Cómo puede Cristo ser Dios?'. Y el creyente respondió: 'Para mí eso no es un problema. El problema habría sido si Dios no se hubiera hecho Cristo'. Esta es la realidad de Dios".
En este sentido, señaló que las obras de misericordia se sustentan en esa realidad de Dios. "Dios se hizo Cristo, Dios se hizo carne y ese es el fundamento de las obras de misericordia. Las llagas de nuestros hermanos son las llagas de Cristo, son las llagas de Dios, porque Dios se ha hecho Cristo. No podemos vivir la Cuaresma sin esta realidad. Debemos convertirnos, no a un Dios extraño, sino al Dios concreto que se ha hecho Cristo".