Al finalizar la Audiencia General de este miércoles 12 de febrero, el Papa Francisco pidió rezar "por la amada y martirizada Siria" ya que "sangra hace años".
"Yo quisiera que en este momento todos recemos por la amada y martirizada Siria", señaló el Santo Padre en forma espontánea sin leer ningún texto.
En esta línea, el Pontífice advirtió que hay "muchas familias, muchos ancianos, niños, que deben huir de la guerra".
"Siria sangra hace años", exclamó el Papa quien pidió a los miles de fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano "recemos por Siria" y, después permaneció en silencio orante.
El domingo 9 de febrero, el Pontífice había realizado otro llamado a la oración por Siria. Lo indicó al finalizar el rezo del Ángelus.
"Siguen llegando noticias dolorosas desde el noroeste de Siria, en particular sobre las condiciones de muchas mujeres y niños, de personas obligadas a huir debido a la escalada militar", exclamó entonces el Papa.
Por ello, Francisco renovó su "sincero llamado a la comunidad internacional y a todos los actores involucrados para que utilicen los instrumentos diplomáticos, el diálogo y las negociaciones, de conformidad con el Derecho Internacional Humanitario, para salvaguardar la vida y el destino de los civiles", expresó.
Por último, el Papa pidió rezar "por esta amada y martirizada Siria" y rezó un Ave María.
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Los obispos de Siria e Irak expresaron su preocupación por la ola de refugiados que ha generado la reciente incursión turca en territorio sirio y pidieron el apoyo internacional para atender la posible emergencia humanitaria, debido a que no cuentan con la capacidad necesaria para recibir a la cantidad de personas que están huyendo del conflicto.
El Papa Francisco pidió rezar por “la amada y martirizada Siria” debido a la escalada militar que obliga a las personas a las personas a huir y que afecta las condiciones de muchas mujeres y niños.
Durante la Audiencia General de este miércoles 12 de febrero, el Papa Francisco destacó la importancia del arrepentimiento de los pecados incluso hasta llegar al llanto de dolor por haber ofendido a Dios.
