Esa filiación de la que habla Pablo "ya no es la general que afecta a todos los hombres y las mujeres en cuanto hijos e hijas del único Creador. En el pasaje que hemos escuchado él afirma que la fe permite ser hijos de Dios 'en Cristo'".
"Es este 'en Cristo'", insistió el Papa, "el que hace la diferencia. Hemos sido hechos hijos de Dios como todos. Todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios, cualquiera que sea la religión que tengamos. Pero es el 'en Cristo' el que marca la diferencia para los cristianos. Esto viene de la participación de la redención de Cristo y, en nosotros, en el Sacramento del Bautismo, así comienza. Jesús se ha convertido en nuestro hermano, y con su muerte y resurrección nos ha reconciliado con el Padre. Quien acoge a Cristo en la fe, por el bautismo es 'revestido' por Él y por la dignidad filial".
Por lo tanto, Francisco señaló que Pablo enseña que, por medio del bautismo y de la redención de Cristo, se consagra la igualdad de las personas una igualdad que elimina las diferencias entre libres y esclavos. Sin embargo, advirtió que esa igualdad todavía no es efectiva, porque todavía existen esclavos en el mundo: "Mucha gente en el mundo, mucha, millones, que no tienen derecho a comer, no tienen derecho a la educación, no tienen derecho al trabajo. Son los nuevos esclavos. Son los que se encuentran en las periferias y que son explotados por todos. También hoy hay esclavitud. Pensemos un poco en esto. Demos a esta gente la dignidad humana".