"El antídoto para curar este virus social es la cultura de la fraternidad, fundada sobre la consciencia de que somos todos iguales como personas humanas e hijos del mismo Padre", defendió el Papa, quien aseguró que "sobre esta base será posible tener tratamientos eficaces para todos. Pero si no estamos convencidos de que todos somos iguales, esto no funcionará".
Por los enfermos de todos los rincones del mundo
El Santo Padre hizo una mención especial a todos aquellos que dan su vida por los enfermos, como los misioneros y religiosas. "También hoy esta vocación y misión de cuidado humano integral debe renovar los carismas en el ámbito sanitario, para que no falte la cercanía hacia los que sufren", señaló.
Asimismo, aseguró tener presente en sus oraciones a "las familias y amigos que cuidan de sus seres queridos con cariño, médicos y enfermeros, farmacéuticos y personal sanitario; capellanes de los hospitales, a los religiosos y religiosas de los Institutos dedicados al cuidado de los enfermos, y a los numerosos voluntarios, para que el Señor les dé la capacidad de escuchar a los enfermos, de ser pacientes con ellos, de cuidarlos de manera integral, cuerpo, espíritu y relaciones".