Claro, a veces no es fácil mantenerse delante del Señor; No es fácil porque estamos atados de tantas cosas, de tanta gente... pero a veces no es fácil porque sentimos una cierta inquietud, la mirada de Jesús nos inquieta un poco, también nos pone en crisis ... ¡Pero esto nos hace bien!
En el silencio de la oración, Jesús nos hace ver si estamos trabajando como buenos trabajadores, o si tal vez nos hemos vuelto un poco "empleados, funcionarios"; o si somos "canales" abiertos, generosos a través los cuales fluye abundante su amor, su gracia, o si por el contrario nos ponemos en el centro nosotros mismos, y así en lugar de ser "canales", nos convertimos en "pantallas" que no ayudan a la reunión con Señor, con la luz y el poder del Evangelio.
Y la segunda cosa que quiero compartir con ustedes es la belleza de la fraternidad: del ser sacerdotes juntos, de seguir al Señor no solos, no uno a uno, pero juntos, a pesar de la gran variedad de los dones y de las personalidades; de hecho, justamente esto enriquece el presbiterio, esta variedad de orígenes, de edades, de talentos... Es todo vivido en la comunión, en la fraternidad.