Antes del rezo del Ángelus por la Epifanía del Señor, el Papa explicó que esta fiesta muestra que el amor de Dios es siempre anterior al de los hombres, que el Señor siempre toma la iniciativa y espera a todos.
El Santo Padre dijo que "esta fiesta nos hace ver un doble movimiento: de una parte el movimiento de Dios hacia el mundo, hacia la humanidad –toda la historia de la salvación, que culmina en Jesús-; y por otra parte, el movimiento de los hombres hacia Dios– pensamos en las religiones, en la búsqueda de la verdad, en el camino de los pueblos hacia la paz, la paz interior, la justicia, la libertad -. Y este doble movimiento es impulsado por una atracción recíproca".
"De parte de Dios, ¿qué nos atrae? es el amor por nosotros: somos sus hijos, nos ama y quiere liberarnos del mal, de las enfermedades, de la muerte, y llevarnos a su casa, a su Reino. "Dios, por pura gracia, nos atrae para unirnos a sí" (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 112). Y también de nuestra parte hay un amor. Un deseo: el bien siempre nos atrae, la verdad nos atrae, la vida, la felicidad, la belleza, nos atrae… Jesús es el punto de encuentro de esta atracción recíproca y de este doble movimiento".