El Pontífice hizo hincapié en que "la enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. Su palabra hace lo que dice, porque Él es el profeta definitivo, es más, es el Verbo mismo de Dios hecho hombre. Por eso habla con autoridad divina".
El segundo aspecto, "el de las curaciones, muestra que la predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo. Su palabra apunta directamente contra el reino de Satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo".
Ante la orden de Jesús, el poseído "es liberado y transformado en una nueva persona. Además, la predicación de Jesús pertenece a una lógica opuesta a la del mundo y del maligno: sus palabras se revelan como la alteración de un orden incorrecto de las cosas. El diablo presente en el poseído, de hecho, grita cuando Jesús se acerca: '¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos?'".
"Estas expresiones", explicó el Papa Francisco, "indican la total diferencia entre Jesús y Satanás: están en planos completamente diferentes; no hay nada en común entre ellos; son opuestos entre sí".