15 de septiembre de 2008 / 08:34 AM
En uno de los momentos más emotivos de su viaje a Francia, el Papa Benedicto XVI presidió esta mañana una Eucaristía en el Santuario de Lourdes ante miles de enfermos. En su homilía les recordó que la enfermedad no les resta dignidad y que “la presencia de Cristo consigue romper el aislamiento que causa el dolor”.
Desde el exterior de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, el Papa recordó la memoria litúrgica de la Virgen de los Dolores que la Iglesia celebra hoy.
“Contemplamos a María que comparte la compasión de su Hijo por los pecadores. Se puede decir, como de su Hijo Jesús, que este sufrimiento la ha guiado también a Ella a la perfección para hacerla capaz de asumir la nueva misión espiritual que su Hijo le encomienda poco antes de expirar: convertirse en la Madre de Cristo en sus miembros", recordó el Papa.