En su mensaje para la Cuaresma 2009 titulado "Jesús después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre", el Papa Benedicto XVI reflexiona de manera especial en el tema del ayuno y lo propone como ejercicio espiritual para los fieles del mundo y así desapegarse cada vez más del pecado.
En el mensaje presentado esta mañana en la Sala Prensa de la Santa Sede por el Cardenal Paul Josef Cordes, Presidente del Pontificio Consejo Cor Unum; y Josette Sheeran, Directora Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, el Papa señala que "en mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública".
Tras recordar luego que "las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar", Benedicto XVI precisa que ante "el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor".