Estos dos santos han dado el ejemplo. Ellos sabían que, como clérigos- uno era diácono el otro obispo, obispo de Roma-, como clérigos, ambos debían dar ejemplo de pobreza, de misericordia y de total despojo de sí mismos.
Entonces, este es el sentido de una nueva ciudadanía, que percibimos fuertemente aquí, en esta Plaza delante de la Catedral, desde donde nos habla la memoria de San Pietro del Morrone, Celestino V. Esta ahí el sentido muy actual del Año Jubilar, de este Año Jubilar Celestiniano, que desde este momento declaro abierto, y durante el cual para todos será abierta la puerta de la misericordia.
No es una fuga, no es una evasión de la realidad y de los problemas, es la respuesta que viene del Evangelio: el amor como la fuerza de purificación de las conciencias, la fuerza que renueva las relaciones sociales, la fuerza de proyección de una economía diferente, que pone al centro la persona, el trabajo, la familia; antes que el dinero y el beneficio.
Somos todos conscientes que este camino no es el del mundo; no somos soñadores, no somos ilusos, ni queremos crear oasis fuera del mundo. Creemos antes que nada, que este camino es el mejor para todos, es el camino que verdaderamente nos acerca a la justicia y a la paz.