Una generación sin trabajo es una derrota futura para la patria y para la humanidad. Debemos luchar contra esto. Y ayudarnos los unos a los otros, a encontrar un camino de solución, de ayuda, de solidaridad. Los jóvenes son valientes, lo he dicho, los jóvenes tienen esperanza y – tercero – los jóvenes tienen la capacidad de ser solidarios. Y esta palabra solidaridad es una palabra que no le gusta escuchar al mundo de hoy.
Algunos piensan que es una grosería: no, no es una grosería. Es una palabra cristiana: ir adelante con el hermano para ayudar a superar los problemas. Valientes, con esperanza y con solidaridad.
Estamos reunidos ante al Santuario de la Virgen Dolorosa, levantado en el lugar donde dos jóvenes de esta tierra, Fabiana y Serafina, en 1888 tuvieron una visión de la Madre de Dios mientras trabajaban en el campo.
María es madre, nos socorre siempre: cuando trabajamos y cuando estamos en busca de trabajo, cuando tenemos las ideas claras y cuando estamos confundidos, cuando la oración brota espontánea y cuando el corazón es árido: ella está siempre ahí para ayudarnos.
María es la Madre de Dios, madre nuestra y madre de la Iglesia. Tantos hombres y mujeres, jóvenes y ancianos se han dirigido a Ella para decirle gracias y suplicar una gracia. María nos lleva a Jesús, Jesús nos da la paz. Recurramos a Ella confiados en su ayuda, con coraje y esperanza.
El Señor bendiga a cada uno de ustedes, en vuestro camino, en vuestro camino de valentía, de esperanza y solidaridad. Gracias.
Ahora recemos a la Virgen, todos juntos. Dios te salve María …
Por favor, les pido de rezar por mí: por favor, ¡háganlo! Y no se olviden: ¡caminar en la vida, jamás dar vueltas en la vida!