El gran reto del arte es decir “Dios” en el mundo y la cultura de hoy

El gran reto del arte es decir “Dios” en el mundo y la cultura de hoy
La Creación de Adán / Miguel Ángel (Capilla Sixtina)

El "gran desafío" del arte es "probar a decir "Dios" en un mundo y una cultura que ha perdido el sentido de Dios", afirmó el jesuita Luigi Territo en un artículo publicado en el último número de la Civiltá Cattolica.

En un artículo titulado "Educarse a la belleza", el sacerdote partió de la presentación del proyecto del mismo nombre que tuvo lugar el 19 de enero en la sede del Pontificio Consejo de la Cultura, cuyo objetivo es investigar sobre la formación del clero y artistas de cara a los encargos de obras de arte para el culto cristiano.

"No es el arte que no sabe más explicar el fundamento metafísico de la belleza y su verdad, sino que es el mundo en el cual vivimos que lo ha negado. Sin embargo, el arte todavía existe, y se ocupa del hombre y de su búsqueda de sentido. De aquí se necesita partir", afirmó el P. Territo.

Se necesitan, indicó, "nuevos signos y símbolos que sepan encarnar en el tiempo los grandes misterios de la fe cristiana. El arte desde siempre desea atravesar la superficie de la existencia, no se contenta con lo visible".

En ese sentido, recordó que "la historia y el fructífero diálogo entre arte y teología nos han mostrado caminos diversos y complementarios (…) a fin de encontrar 'una nueva carne para la transmisión de la palabra'".

Sin embargo, en su artículo, el sacerdote advirtió que "reconstruir el diálogo entre arte y fe es un camino que demanda un renovado encuentro" entre artistas, entre quienes encargan obras eclesiales y la cultura contemporánea.

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Una nueva comprensión gramatical del lenguaje artístico contemporáneo en diálogo con la tradición, indicó, citando las palabras que el Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del dicasterio, pronunció durante la presentación del evento.

Sin embargo, el jesuita advirtió que al alto costo económico que comporta solicitar obras a artistas importantes, se suma la falta de "una adecuada formación histórico-artística" de parte del clero y agentes pastorales, y el necesario "encuentro entre la sensibilidad estética y espiritual de nuestras comunidades cristianas y las experimentaciones artísticas y musicales de los artistas contemporáneos".

"El verdadero arte se nutre ciertamente de libertad e innovación, pero un arte destinado a lugares de culto no puede no radicarse en el fecundo diálogo entre tradición, liturgia y experiencia de fe de las comunidades locales", señaló.

"Los artistas con frecuencia pecan de autorreferencialidad: empeñados en 'búsquedas esotéricas', no tienen en cuenta la sensibilidad del pueblo cristiano y de la disponibilidad de los lugares de culto", añadió.

El sacerdote aclaró que "no se trata de elaborar algunas líneas guías" para los artistas, sino de "una correspondencia dialógica entre arte, teología y mundo contemporáneo".

En ese sentido, destacó que durante la presentación del proyecto se haya recordado la exhortación apostólica del Papa Francisco Evangelii gaudium, en la que llama a la Iglesia a una formación en el camino de la belleza, "poniendo de relieve la relación entre la obra evangelizadora de las iglesias particulares y el uso del arte contemporáneo".

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"La exhortación –señaló–, llama a la 'continuidad con la riqueza del pasado', pero también apertura a las 'múltiples expresiones actuales, en orden a transmitir la fe en un nuevo lenguaje parabólico'".

Además, recordó que en una carta al Cardenal Ravasi en diciembre de 2016, el Santo Padre alentó a los artistas, sobre todo a los creyentes, a "crear obras de arte que lleven a través del lenguaje de la belleza, un signo, una chispa de esperanza y de confianza allí donde las personas parecen rendirse a la indiferencia y a la fealdad (…), donde la oscuridad y la monotonía domina la cotidianidad".

Es así que ante la "apoteosis de lo feo", que considera como "auténtico y verdadero solo lo que representa fealdad y crueldad", los artistas y quienes encargan las obras están todavía hoy llamados "a recorrer aquellas vías en las cuales la belleza habla el lenguaje del bien y de la verdad".

"Es en este espacio que se puede crear un puente entre las elaboradas experimentaciones artísticas de nuestros días y el arte destinado a los lugares de culto", afirmó.

"Marc Chagall –recordó– decía que 'los pintores por siglos han mojado sus pinceles en aquel alfabeto de colores que es la Biblia'; hoy a menudo los artistas mojan sus pinceles en la encrucijada de la existencia humana, donde la desesperación y la esperanza se encuentran y se combaten. Y ahí es que se necesita observar".

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