Después de unos siete meses de gestación en el útero, un feto humano ha pasado la mayor parte de su tiempo durmiendo. Sus ciclos cerebrales oscilan entre la actividad frenética del sueño REM (cuando se producen rápidos movimientos de ojo) y la tranquilidad del sueño no-REM. Pero saber si los cerebros de fetos más jóvenes e inmaduros experimentan ciclos durante el sueño o simplemente están inactivos ha permanecido en el misterio, hasta ahora.
La matemática Karin Schwab y un equipo de neurocientíficos de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania, han descubierto que fetos muy inmaduros de oveja (cuyas características de gestación son similares a las del ser humano) pueden entrar en un estado durmiente similar al del sueño semanas antes de que pueda comprobarse una actividad REM. Sus análisis matemáticos podrían facilitar un mejor entendimiento del propósito de dormir. También proporciona una herramienta para estudiar cómo el cerebro se desarrolla y para identificar periodos vulnerables en ese desarrollo cuando un daño podría propiciar una enfermedad durante la vida.
La medición directa de la actividad cerebral de un feto humano en el útero es imposible. Los que sabemos acerca de estos hábitos prematuros del sueño proviene fundamentalmente de la observación del movimiento de los ojos. El cerebro del embrión desarrollado muestra ciclos cada 20 a 40 minutos de actividad REM, si bien las funciones de dichos ciclos siguen pendientes de nuevas investigaciones.