En varias imágenes antiguas de Santa Rosa es común verla con un ancla en la mano, mientras que en la Catedral de Lima, en la parte superior central de la fachada, es la única imagen con todo el cuerpo ladeado mirando hacia el mar del Callao. Esto se debe a un valiente acto que la santa encabezó contra los piratas que entonces amenazaban la ciudad.
Cuenta la Enciclopedia Católica que en 1615 el despiadado corsario holandés Joris van Spilbergen llegó a América del Sur, atacando Río de Janeiro en Brasil, Santa María en Argentina y diversos puertos chilenos, por lo que el virrey del Perú envió al sur de Lima unos 7 navíos para combatir el avance de los piratas. Sin embargo, esta expedición fracasó.
La noticia llegó rápidamente a Lima, la Ciudad de los Reyes, y todo se volvió un caos. La gente del puerto del Callao, vecino a la capital, corrió a refugiarse en el pueblo limeño y el Arzobispo pidió que el Santísimo sea expuesto. Allí acudieron los fieles a rezar implorando misericordia, ya que se había corrido el rumor de que los piratas destruirían templos y profanarían la Eucaristía.