Un resultado, "por otra parte, altamente oportuno, teniendo en cuenta que la Santa Sede ha perdido este año una parte importante de sus ingresos derivados de la sustancial aportación más consistente, que es la que procede de los Museos Vaticanos, que han permanecido cerrados durante mucho tiempo debido a la pandemia".
También en una carta publicada en la introducción del balance, Mons. Battista Mario Salvatore Ricca. Prelado del IOR, señala que "se continúa hablando de la difícil situación económica de la Santa Sede. El IOR es muy consciente de que hay problemas y hace aquello que puede para ayudar a la Institución, siempre dispuesta a considerar las actualizaciones y cambios impuestos por el desarrollo de los tiempos que otras Instituciones de la Santa Sede se esfuerzan por asumir. En una palabra, el Instituto se siente, y quiere sentirse, cada vez más en sintonía con la finalidad de la Sede Apostólica".
"El Instituto, sin embargo, también escucha hablar de las dificultades que afligen a tantas personas, muchas veces privadas de un sostenimiento mínimo para afrontar las exigencias elementales de la existente. Por lo tanto, en la medido de sus posibilidades, trata de dar una mano a quien pide ayuda. El Instituto de Obras de Religión también es esto".
Asimismo, subraya que "una preocupación que ha guiado en su obrar a lo largo de los últimos años ha sido el no centrar la atención y los esfuerzos únicamente en el beneficio, sino en el modo en que esos beneficios que se obtienen pueden transformarse en inversiones realizadas éticamente conforme a las enseñanzas cristianas".