Doble víctima de aborto: "He conseguido perdonarme gracias a la fe"

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Una artista italiana ex atea narró al semanario Alba la dramática historia de su vida: Sobrevivió a los intentos de aborto de su madre, a los 20 años de edad abortó a su propio hijo, superó la más profunda depresión y hoy ayuda a otras mujeres víctimas del aborto con la convicción de que solo la fe ayuda a sanar las heridas de esta plaga.

Edi Liccioli vive en Murcia pero nació y creció en Florencia, Italia, en el seno de una familia atea. A muy temprana edad, su madre -que padecía de severas depresiones- le contó que intentó abortarla varias veces con los métodos de la época, baños calientes, palos de hierro, etc.

"Algunas mujeres descubren la maternidad cuando nace el niño y se vuelven leonas protectoras; a mi madre no le pasó", recuerda Edi y sostiene que "de alguna manera me maleducó percibiendo la maternidad como una amenaza, un mal, una condena".

En su adolescencia estuvo a punto de ligarse las trompas. "Fui a una clínica a ligarme las trompas, pero afortunadamente me echaron y me dijeron que me lo pensara mejor", relató a Alba.

En 1983, a los 20 años de edad, resultó embarazada de su novio de 21 años y decidieron abortar a su bebé. "Era una catástrofe; se acababan los estudios, las posibilidades de trabajo, todo; ni nos planteamos tener a nuestro hijo", sostiene Edi y asegura que contó con el apoyo de su madre.

"Fui al hospital de Florencia; allí nadie me dijo nada, nadie me preguntó nada que no fuera la mera praxis para abortar; nadie me explicó las consecuencias del aborto. (...) Pensé que me había quitado un problema de encima", agrega.

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Sin embargo, unos meses después comenzó el dolor. "Me encerré en mi habitación, lloraba mucho, leía y pensé seriamente en suicidarme; tenía una depresión de caballo", relata Edi y narra que sufría de pesadillas por las noches e incapacidad para ver bebés, sobrevivió, dice, por amor a su profesión, el arte.

Se mudó a Murcia con su actual esposo y salió embarazada de nuevo. "Entonces es cuando tomé conciencia de todo, me di cuenta de dónde estaba mi problema", recuerda.

"A mi me había absuelto mi padre, mi madre, mi marido y hasta mi hijo, pero yo no me había perdonado; he conseguido perdonarme gracias a la fe", sostiene y asegura que por eso se revuelve cuando escucha que el sentimiento de culpa es propio de creyentes. "Algunas tratan de evitarlo, como mecanismo de defensa. Pero yo no era creyente y tuve sentimiento de culpa; y lo mismo le pasa a todas mis amigas que han abortado y no son creyentes", sostiene.

Ahora, Edi proclama que el aborto no es una opción digna para las mujeres. "Hay que informar correctamente; yo quiero dar utilidad al sufrimiento tan enorme que he tenido; como en otros problemas graves que pueden afectar a una persona: nada mejor que uno que ya ha pasado por ello para entenderlo y acompañarte; yo quiero hacer lo mismo".

Edi colabora desde hace un año y medio con la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) ayudando a otras mujeres que se encuentren en una situación de riesgo.

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