18 de mayo de 2005 / 10:21 AM
En palabras dirigidas a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro con ocasión de la audiencia general de los miércoles, el Santo Padre recordó que si bien Dios es distinto de todas sus criaturas en cuanto a la grandeza, permanece siempre cercano, y en modo particular con todos aquellos que sufren.
El día de hoy, su santidad Benedicto XVI dio su catequesis comentando el salmo 112 titulado “Adorad el nombre del Señor”. Al inicio de su discurso recordó el contexto histórico del origen del salmo afirmando que “la tradición judía había relacionado esta serie de Salmos –del 112 al 117– con la Liturgia Pascual” dado que “exalta la liberación de la esclavitud del faraón y el gozo de Israel por servir al Señor en libertad en la tierra prometida. La celebración de aquel evento, según sus dimensiones histórico-sociales y sobre todo espirituales, era experimentada como un signo de liberación del mal en la multiplicidad de sus manifestaciones”. Se trata, justamente, de un salmo que se encuentra “atravesado por sentimientos de confianza, de adoración, de gozo”.
El Santo Padre indicó que la primera parte del salmo “exalta el nombre del Señor, su presencia viva y operante en la historia humana”. Y que la triple invocación del nombre del Señor significa que “todo el ser y todo el tiempo es involucrado en una única acción de gracias”.