Los sacerdotes afirmaron que los cubanos quieren un país "donde se respete más la vida desde su concepción hasta la muerte natural", donde se fortalezca la familia, "se cuide el matrimonio entre un hombre y una mujer"; y se garanticen los ingresos económicos que permitan a la población vivir dignamente.
"Nuestro pueblo está desanimado y cansado, existe un estancamiento que se resume en dos palabras: sobrevivir o escapar. Los cubanos necesitan vivir la alegría de "pensar y hablar sin hipocresía" con distintos criterios políticos. Estamos cansados de esperar, cansados de huir, cansados de escondernos. Queremos vivir nuestra propia vida", añadieron.
Los sacerdotes dijeron a Castro que "si escribimos esta carta es para evitar que un día, por alguna circunstancia, Cuba se sumerja en cambios violentos que sólo añadirían más sufrimiento inútil". "Todavía tenemos tiempo de hacer un proceso progresivo hacia una pluralidad de opciones que permita un cambio favorable para todos. Pero el tiempo se acaba, apremia abrir la puerta", advirtieron.
"De nada sirve ocultar la verdad. De nada sirve fingir que no pasa nada. De nada sirve aferrarse al poder. Nuestro Maestro Jesucristo nos dice a los cubanos hoy: '¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?'. Estamos a tiempo de construir una realidad diferente. Estamos a tiempo de hacer una Cuba como la deseaba Martí: 'con todos y para el bien de todos'".