“Cuán bueno es que los hermanos estén juntos”: La historia de los Papas en las sinagogas

“Cuán bueno es que los hermanos estén juntos”: La historia de los Papas en las sinagogas

El domingo 17 de enero el Papa Francisco se convirtió en el tercer Pontífice en cruzar el umbral de la sinagoga más antigua e importante de Roma. Entonces vale la pena preguntarse ¿Cómo se originó este gesto?

La visita a la sinagoga es un gesto papal que inició en 1986 con San Juan Pablo II y que marcó un hito en la historia de la relación entre judíos y cristianos. 30 años después, esta se ha hecho más cercana y más intensa aunque no libre de dificultades.

Al ser el primer Papa desde el siglo primero en pisar una sinagoga, ese momento fue una expresión del espíritu de Nostra Aetate, un documento eclesial que reconfiguró la relación del catolicismo con el judaísmo.

Sin embargo, la historia de cómo surgió la decisión de Juan Pablo II de visitar la mayor sinagoga tuvo un giro poco conocido que comenzó con la planificación de un viaje internacional.

Más en Vaticano

Gianfranco Svidercoschi, exvicedirector del diario vaticano L'Osservatore Romano y biógrafo de San Juan Pablo, contó esta historia a ACI Prensa.

San Juan Pablo II

El P. Roberto Tucci, ex director de Radio Vaticana y antiguo organizador de los viajes papales, estaba discutiendo con Juan Pablo II su próxima visita a Estados Unidos para el año 1987.

"Entre las diversas invitaciones recibidas, había una proveniente de una rabino estadounidense que le pedía al Papa visitar su sinagoga", dijo Svidercoschi. Añadió que Juan Pablo II "estuvo muy de acuerdo, en vista que no tuvo miedo de encontrarse con un grupo de jóvenes musulmanes en el año 1985 en la Casa Blanca".

En ese punto que el P. Tucci "tuvo una intuición: 'si un Papa va a una sinagoga, la primera debe ser la Sinagoga de Roma'". Siguiendo ese pensamiento es que Juan Pablo II decidió visitar esa sinagoga, convirtiéndose en el primer Papa en la historia moderna en hacerlo. Desde entonces se ha vuelto un hábito.

En 1981, Elio Toaff, el Jefe Rabino de Roma en ese entonces, ya se había encontrado con Juan Pablo II durante una visita a la parroquia de San Carlo ai Catinari. Pero en el encuentro del 13 de abril de 1986, la historia dio un gran salto adelante.

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Luego del abrazo revolucionario del Papa con Toaff, un gran promotor del diálogo, surgió el discurso del "Papa Polaco" que había crecido junto a amigos judíos en Cracovia fue una lección en el Concilio Vaticano II.

El Santo Padre agradeció y resaltó los esfuerzos de San Juan XXIII, que sentó las bases de Nostra Aetate.

También expresó su "aborrecimiento" por el genocidio nazi y recordó cómo la Iglesia ayudó a los judíos durante persecución en la Segunda Guerra Mundial al darles asilo en las puertas de los conventos y seminarios.

San Juan Pablo II indicó que la relación de los cristianos con los judíos es única y que ambas religiones tienen áreas comunes de colaboración en una sociedad que ha olvidado lo "sagrado".

En esa ocasión pidió la ayuda de la comunidad judía, la más antigua de Roma, para hacer de esta ciudad un lugar mejor.

Benedicto XVI

Pasaron años para otra visita histórica. Cuando el Papa alemán Benedicto XVI ocupó la Sede de Pedro, quiso visitar la sinagoga en Colonia, un recordatorio trágico de la "Kristallnackt" (La Noche de los Cristales Rotos).

La Kristallnackt fue un ataque masivo y coordinado contra los judíos por parte de los nazis en la noche del 9 de noviembre de 1938.

Durante la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Colonia en el año 2005, Benedicto XVI visitó la sinagoga de local y recordó los 60 años de la liberación del nazismo.

En su discurso, Benedicto XVI resumió el camino de Juan Pablo II y condenó el antisemitismo en Europa. También llamó la atención sobre el compromiso de los obispos alemanes. Recordó además que el mandamiento de amarnos unos a otros y poner los Diez Mandamientos de nuevo al centro del diálogo judeo-cristiano.

Este Pontífice volvió a reflexionar sobre el tema seis años después (17 de enero de 2010) cuando cruzó el umbral de la Sinagoga de Roma como un símbolo de la "emancipación" de los judíos en Roma.

Para entonces, el rabino Toaff estaba viejo y enfermo, pero quería saludar al Papa. Así que Benedicto fue a su casa y el abrazo simbólico se realizó en su puerta. El que recibió al Santo Padre en la sinagoga fue el rabino Riccardo Di Segni, que también recibió el domingo pasado al Papa Francisco.

"Es bueno para los hermanos estar juntos", dijo en esa ocasión el Papa alemán. En un instante todos los malentendidos que afectaban al diálogo entre católicos y judíos parecieron disolverse.

Después hizo una reflexión, al estilo rabínico, sobre los mandamientos y la misericordia.

En ese momento era un alemán que visitó Auschwitz pidiendo perdón. Benedicto XVI señaló que uno no debe olvidar la destrucción que causa la exterminación "¿Cómo es posible olvidar sus rostros, sus nombres, sus lágrimas, la desesperación de los hombres, mujeres y niños?", expresó.

El Pontífice recordó los valores comunes de ambas religiones, desde la protección de la vida al cuidado de la creación. Sobre los Diez Mandamientos indicó que "todos resumen el amor de Dios y la misericordia hacia los demás".

"La clave para todo, el punto de unión, es la misericordia que insta a judíos y cristianos a ejercer, en nuestro tiempo, una generosidad especial con los pobres, las mujeres y los niños, los extranjeros, los enfermos, los débiles y los necesitados", dijo Benedicto XVI.

"En la tradición judía hay un maravilloso dicho de los Padres de Israel: 'Simón el Justo solía decir: El mundo está fundado en tres cosas: la Torá, la alabanza y los actos de misericordia'".

Sobre el ejercicio de la justicia y la misericordia "judíos y cristianos están llamados a anunciar y a ser testimonios de la venida del Reino de lo Más Alto, por el que rezamos y trabajamos esperanzadamente cada día".

El Papa Francisco

Sobre la visita del actual Pontífice a la Sinagoga de Roma, Riccardo Di Segni, rabino de Roma dijo a ACI Prensa que en este gesto "hay dos cuestiones principales. La primera es el signo de continuidad. Este Papa quiere confirmar el camino de sus dos predecesores y no detener este camino de buenas relaciones".

"El segundo punto está relacionado a la urgencia en nuestro tiempo que está marcado por la intolerancia y la violencia inspirada por la religión o por malos maestros de la religión. Este encuentro es solo una señal que va en dirección contraria. Queremos mostrar que las diferencias entre las religiones son en realidad una semilla de tolerancia, coexistencia y de construcción de paz", manifestó.

Traducido y adaptado por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en CNA.

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