El día más feliz de la vida de San Juan Pablo II

San Juan Pablo II en encuentro con George H. W. Bush en el Vaticano, en 1991. San Juan Pablo II durante encuentro con George H. W. Bush en el Vaticano, en 1991. | Crédito: The White House / Dominio público.

La vida del Papa San Juan Pablo II estuvo llena de ocasiones memorables, pero hay un día que el santo polaco consideró el más especial de todos.

Se podría pensar, tal vez, en su ordenación sacerdotal, sus múltiples encuentros con los fieles o su elección como Sucesor de San Pedro, incluso el haber sobrevivido al atentado del 13 de mayo de 1981, en la fiesta de la Virgen de Fátima.

Sin embargo, el día que el santo consideró el más feliz de su vida estuvo marcado por una devoción que influyó profundamente en su pontificado.

Para San Juan Pablo II, el día más feliz de su vida fue cuando canonizó a una religiosa de su natal Polonia: Santa Faustina Kowalska, a quien Jesús le reveló las promesas de su Divina Misericordia.

Si bien San Juan Pablo II tenía alrededor de 18 años cuando falleció Santa Faustina Kowalska -el 5 de octubre de 1938-, el santo no sabía de la vida de la religiosa polaca, ni del mensaje que recibió del Señor de la Divina Misericordia.

El joven Karol Wojtyla conoció la historia, que impactaría profundamente toda su vida, cuando estaba en un seminario clandestino durante la Segunda Guerra Mundial.

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En la década de 1950, debido a una errónea traducción al italiano del Diario de la Divina Misericordia y otros asuntos sin resolver, el Vaticano prohibió la difusión de esta devoción; pero la volvió a permitir seis meses antes de que el Cardenal Wojtyla fuera elegido Sucesor de Pedro.

Ya como Pontífice, el santo, inspirado por Sor Faustina y su revelación, dedicó su segunda encíclica Dives in Misericordia (Rico en Misericordia) a la Divina Misericordia.

En el libro Testigo de esperanza: La biografía del Papa Juan Pablo II, el autor estadounidense George Weigel escribió que el Pontífice II le dijo “que se sentía espiritualmente ‘muy cercano’ a Sor Faustina”, y que “estuvo ‘pensando en ella durante mucho tiempo’ cuando comenzó a escribir Dives in Misericordia”.

“Como Arzobispo de Cracovia, Wojtyla defendió a Sor Faustina cuando su ortodoxia estaba siendo interrogada después de su muerte en Roma, debido en mayor parte a la traducción errónea al italiano de su diario, y promovió la causa para su beatificación”, precisó.

Durante su pontificado, en muchas ocasiones San Juan Pablo II escribió o habló de la importancia de pedir a Dios su Divina Misericordia para el mundo entero.

El 19 de abril de 1993, el Santo Padre beatificó a Sor Faustina Kowalska y en su homilía elogió la forma en que la santa llevó a mucha gente al corazón misericordioso de Cristo, y destacó la importancia de esta devoción.

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“¡Es realmente maravilloso cómo su devoción a Jesús misericordioso se está esparciendo en nuestro mundo contemporáneo y está ganando tantos corazones humanos! Indudablemente es un signo de los tiempos, un signo del siglo veinte”, dijo.

“El balance de este siglo, que ahora está terminando, adicionando los avances que frecuentemente han sobrepasado a las eras anteriores, presenta una profunda inquietud y miedo al futuro. ¿Dónde sino en la Divina Misericordia, el mundo puede encontrar refugio y una luz de esperanza? Los creyentes entienden esto perfectamente”, añadió.

El 30 de abril del 2000, San Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina y dijo que ese fue “el día más feliz de mi vida”.

“Hoy mi alegría es grande al presentar la vida y el testimonio de Sor Faustina Kowalska a toda la Iglesia como un regalo de Dios para nuestro tiempo”, señaló.

San Juan Pablo II destacó la importancia de la revelación que recibió la santa en el contexto histórico de la centuria pasada. “Por la Divina Providencia, la vida de esta humilde hija de Polonia estuvo completamente ligada a la historia del siglo XX, el siglo que acabamos de dejar atrás”, dijo.

“De hecho, fue entre la Primera y Segunda Guerra Mundial que Cristo le confió a ella su mensaje de misericordia […] aquellos que recuerdan, que fueron testigos y participantes en los eventos de esos años y de los horribles sufrimientos que causaron a millones de personas, saben muy bien cuán necesario era el mensaje de misericordia”, precisó.

Ese día también fue muy importante para la Iglesia Católica, pues San Juan Pablo II instituyó la fiesta de la Divina Misericordia y dispuso que se celebre el domingo siguiente a la Pascua.

Cada año en esta fecha se conceden gracias especiales –similares a una indulgencia– a las almas que se confiesan y reciben la Comunión.

Breve biografía de Santa Faustina

Santa Faustina, que fue bautizada como Helena Kowalska, nació en Polonia en 1905 en el seno de una familia  católica de escasos recursos.

La santa ingresó a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia a los 20 años, luego de ser rechazada en varios conventos por su pobreza y poca educación. Allí, la joven santa tomó el nombre de Sor Faustina y vivió en los conventos en Polonia y Lituania.

Jesucristo se apareció a la religiosa en el convento, le pidió que se convirtiera en su apóstol y secretaria de su misericordia.

Luego le reveló sus promesas, le pidió que se pinte una imagen de su Divina Misericordia con unos rayos rojos y blancos brotando de su corazón, y que difunda al mundo la novena a esa devoción cristiana. La santa escribió sobre esta revelación y todas las promesas en su diario.

Antes de la muerte de Sor Faustina, que ocurrió el 5 de octubre de 1938, la devoción a la Divina Misericordia ya se había extendido por Polonia.

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