El 26 de octubre de 2006 la Asamblea Nacional de Nicaragua acordó penalizar el mal llamado aborto terapéutico y defender el inalienable derecho a la vida de todo no nacido. Sin embargo, desde antes de la votación de la norma y hasta hoy, las insistentes presiones abortistas de la Unión Europea (UE) y la ONU no cesan y amenazan con detener la ayuda económica al país si es que no se revierte esta decisión.
En los debates parlamentarios anteriores a la penalización del aborto y siguiendo las instrucciones de la señora Ferrero-Waldner, comisionada de la UE para relaciones exteriores, Nicaragua fue presionada por distintos países donantes, agencias de la ONU y también por la embajadora de la UE para Nicaragua, la italiana Francesca Mosca.
Como parte de estas presiones, el Presidente del Parlamento Nacional recibió una carta en la que le solicitaban detener el debate en el que se discutía la reforma del Código Penal que permitió aprobar la mencionada ley pro-vida.