Con cruces y calaveras estos religiosos recuerdan la muerte todos los días

Con cruces y calaveras estos religiosos recuerdan la muerte todos los días
Detalle Osario de Sedlec / Foto: Flickr Nan palmero (CC-BY-2.0)

Algunas órdenes religiosas tienen una práctica para recordar la muerte todos los días, no como algo morboso sino como un medio para tener presente que esta vida es pasajera y que lo más importante es ganar el cielo.

Esta práctica es conocida en latín como "memento mori", que podría traducirse como "recuerda tu muerte". Tiene sus orígenes en la época del Imperio Romano y en la Edad Media fue asumida por los cristianos ante los millones de muertos que dejaron las epidemias en Europa y Asia.

Una de las órdenes que realizan la práctica del "memento mori" en la actualidad son los monjes trapenses, una rama de los cistercienses que, a su vez, se originó en los benedictinos.

El P. Timothy Scott, sacerdote trapense, dijo a CNA -agencia en inglés del Grupo ACI-
que en algunos monasterios en Suiza y Francia los monjes tienen cruces con calaveras en varios lugares y que en la entrada de sus cementerios se lee la frase "Hodie mihi, cras tibi" (Hoy muero, mañana serás tú).

El sacerdote explicó que estos elementos ayudan a los monjes a "recordar que nuestro tiempo en la tierra es limitado" y que "algún día le rendiremos cuentas a Dios de todo lo que hacemos. No tiene sentido perder el tiempo precioso que se nos ha concedido".

Un mito

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En su libro "La Sombra Trapense", el P. Anselme Dimier desmiente un mito que aseguraba que los monjes de su orden se saludaban con la frase "Piensa en la muerte, querido hermano". El P. Dimier precisa que los trapenses siempre se han saludado con un gesto silencioso y que
la frase que se ha convertido en mito era pronunciada por la "Orden de los Ermitaños de San Pablo", conocida como los "Hermanos de los Muertos" porque "llevaron sus gustos por lo macabro al extremo".

Estos últimos usaban escapularios con calaveras y huesos, besaban un cráneo que estaba al pie de una cruz antes de cada comida y tenían cráneos en sus celdas. Por estas y otras razones la "Orden de los Ermitaños de San Pablo" fue suprimida por el Papa Urbano VIII en 1633.

Los dominicos: La mejor orden para morir

El P. Aquinas Guilbeau, profesor de la Pontificia Facultad de la Inmaculada Concepción en la Casa Dominica de Estudios, dijo a CNA que el "memento mori" es "un constante recordatorio de nuestra propia mortalidad, que nuestro objetivo es alcanzar el cielo y la vida eterna y que la muerte es algo que todos enfrentaremos".

El sacerdote dominico señaló que "cuando morimos, nos vamos solos, no hay nadie que nos acompañe en ese momento. Pero al rezar por aquellos que nos han precedido en la muerte, nos damos cuenta de que esa unión y comunidad perdura en la próxima vida".

El P. Guilbeau destacó que recordar la muerte a diario no es algo "macabro o depresivo" sino que al "vivir en el amor de Jesucristo y en la luz del Espíritu Santo hay una constante preparación, una ayuda, una gracia y una fortaleza para el momento en que pasemos de esta vida a la otra".

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El sacerdote comentó que los miembros de otras órdenes religiosas, como los benedictinos, franciscanos y jesuitas, "quieren morir con los dominicos porque nosotros constantemente rezamos por los muertos".

Los dominicos, explicó, rezan de manera especial por los miembros fallecidos de su orden los días 7 y 8 de noviembre. Además, como recordatorio de la muerte, parte de sus vestiduras es una capa negra que usan sobre su tradicional hábito blanco.

Otras órdenes religiosas, como los hermanos menores capuchinos y los cistercienses, han construido varias iglesias y criptas decoradas con alusiones a la muerte para que los visitantes experimenten el "memento mori".

Entre estos templos se encuentra la Iglesia Santa María de la Concepción de los Capuchinos en Roma, Italia, que tiene capillas subterráneas cuyas paredes están cubiertas con los esqueletos de los frailes fallecidos.

Otros casos similares son los del Osario de Sedlec, una capilla construida por los cistercienses en el cementerio de Todos los Santos en Praga, República Checa, decorada con los restos de 40 mil personas; y la Capilla de los Huesos en Évora, Portugal.

Traducido y adaptado por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en CNA.

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