Tenemos también las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 con la doctrina tradicional sobre las condiciones para acceder a la santa comunión y las enseñanzas de la Iglesia sobre la moral sexual (1). Y la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 14 de septiembre de 1994, escrita específicamente sobre este tema? ¿Podemos olvidar el documento de la Quinta Conferencia de los Obispos Latinoamericanos y del Caribe en Aparecida, que nos pide: "Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo las orientaciones del magisterio, a las parejas que viven en situación irregular, teniendo presente que a los divorciados y vueltos a casar, no les es permitido comulgar" ( N. 437 j).
¿Podemos contradecir esas enseñanzas? ¿Podemos olvidar la afirmación muy reciente del Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis del año 2007 sobre la Eucaristía, que reitera la praxis de la Iglesia, fundada en la sagrada Escritura (Cf Mc 10, 2-12) de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía. (N. 29).
Unida a Cristo, que ha vencido al mundo (Cfr Jn 16,33), la Iglesia está llamada a mantener el esplendor de la verdad aún en situaciones difíciles. La misericordia invita al pecador y se hace perdón cuando aquél se arrepiente y cambia de vida. El hijo prodigo fue recibido con un abrazo de su padre sólo cuando regresó a su hogar.
Sin duda, este Sínodo, a la luz de la verdad revelada y con ojos de misericordia, está llamado a reflejar con gran claridad la enseñanza del Evangelio y de la Iglesia a través de los siglos sobre la naturaleza y dignidad del matrimonio cristiano, sobre la grandeza de la Eucaristía y la necesidad de estar en condiciones de unión con Dios para acceder a la Sagrada Comunión; sobre la necesidad de la penitencia, el arrepentimiento y el firme propósito de enmienda para que el pecador arrepentido pueda recibir el perdón divino; y sobre la solidez y continuidad de la verdad tanto dogmática como moral del Magisterio Ordinario y Extraordinario de la Iglesia. Igualmente, proporcionará luces inspiradas en la misericordia que ayuden más efectivamente a quienes se encuentran en situaciones irregulares a aliviar su sufrimiento moral, y a vivir mejor su fe católica.