Las comunidades cristianas que se reúnen en hogares son una esperanza para la Iglesia en Cuba, según explicó durante el Sínodo el Obispo Auxiliar de La Habana, Mons. Alfredo Petit Vergel. Pero estas comunidades podrían verse amenazadas si el gobierno aprueba una ley contra ellas.
“A pesar de la escasez de sacerdotes”, dijo Mons. Petit durante su intervención en el Sínodo, “tenemos la Eucaristía en gran aprecio y se celebra con gran respeto por las normas litúrgicas”.
“Sin embargo –agregó–, ante la dificultad y prácticamente la imposibilidad de construir nuevos templos, tenemos las así llamadas ‘casas de oración’ o ‘casas de misión’ situadas en los barrios periféricos y en los pequeños poblados y caseríos y donde se reúne semanalmente, o con la frecuencia que puedan, un pequeño grupo de fieles, no más de 40 bajo la dirección de un laico comprometido, una religiosa o un diacono”.