"Ustedes –continuó– de entre una multitud de ellos, han escogido un abeto majestuoso que ofrecen hoy y que está iluminado y cubierto de decoraciones centellantes que parecen ser frutos maravillosos. Al dejar su vestidura sombría por una fulgurante, se ha transfigurado y se convierte en un portador de una luz que no es solo eso sino que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo".
El Papa dijo luego que "el destino de este árbol es comparable al de los pastores: velando en las tinieblas de la noche, se ven iluminados por el mensaje de los ángeles. La suerte de este árbol es comparable así al nuestro, que estamos llamados a llevar los buenos frutos para manifestar que el mundo ha sido verdaderamente visitado y redimido por el Señor".
Benedicto XVI resaltó además que "revestido desde la base, este abeto manifiesta, a su manera, la presencia del gran misterio presente en el simple y pobre lugar de Belén. A los habitantes de Roma, a todos los peregrinos, a todos los que llegan a la Plaza de San Pedro a través de la televisión del mundo entero, él proclama la venida del Hijo de Dios".