El profeta es siempre un hombre de esperanza que "se juega la piel". Así lo indicó el Papa Francisco en la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, en la que dio algunas claves para distinguir a los verdaderos profetas de los falsos.
Francisco recordó la figura de San Esteban, que fue lapidado después de hablar al pueblo y anunciarle la verdad. "Lo llevaron fuera de la ciudad y lo lapidaron", dijo.
"Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón: o el corazón se abre o se hace más de piedra y se desencadena la rabia, la persecución" y "así acaba la vida de un profeta".