Comité sobre abusos sexuales: La clave es la selección de candidatos y formación sacerdotal

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Robert S. Bennett, el abogado que lideró el comité de investigación sobre los casos de inconducta sexual de sacerdotes en los últimos 50 años en Estados Unidos, aseguró que la cuidadosa selección de los seminaristas y su formación para el sacerdocio son la clave para evitar este problema.

Bennet hizo estas declaraciones en la conferencia de prensa en la que se presentaron los resultados oficiales del estudio, a cargo del John Jay College of Criminal Justice y hecho a pedido de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

Según el reporte, presentado en el National Press Club de Washington DC, desde 1950 hubo 10,519 acusaciones de abuso sexual reportadas contra sacerdotes y diáconos, que involucraron a alrededor del 4 por ciento del clero que sirvió en el país durante esos años.

Sin embargo, los expertos advirtieron que es difícil determinar cuántas acusaciones fueron realmente probadas –considerando, por ejemplo, que muchos de los acusados ya murieron- y señalan que en cincuenta años, solo 615 sacerdotes fueron denunciados ante la policía y 100 sentenciados a prisión.

Según el informe, la tercera parte de las acusaciones se registró en el año 2002 y muchas hacían referencia a sucesos que presuntamente se remontan a 1950. Antes de 1990, menos del 17 por ciento de los casos fueron conocidos por las autoridades eclesiales.

Jane Chiles, integrante de la Junta, dirigió en nombre del grupo “una palabra de respeto y admiración por los sacerdotes y el sacerdocio en Estados Unidos. Ellos nutren al pueblo de Cristo y nos solidarizamos con ellos”

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La crisis en contexto 

En sus reflexiones, Bennett aclaró que el problema del abuso de menores no es un tema exclusivo de la Iglesia sino que tiene un carácter nacional. “Aunque esto no excusa lo que ha ocurrido en la Iglesia, debemos reconocer que los hijos de este país sufren y nadie habla del problema”, señaló Bennet y recordó que según cifras oficiales del estado, actualmente hay más de cien mil menores que sufren abuso.

El abogado destacó la dimensión espiritual de la crisis y precisó los dos factores que la alentaron: Las diócesis y otros no seleccionaron con el suficiente rigor a los candidatos al sacerdocio; y los seminarios no formaron bien a los sacerdotes, específicamente no los prepararon para vivir una vida casta y célibe en una sociedad saturada por el sexo.

Para Bennet, la reforma de los seminarios es la más alta prioridad porque “el 81 por ciento de los casos tuvieron una naturaleza homosexual”.

El experto aclaró que el celibato no fue la causa de los abusos, pero insistió que la Iglesia “no hizo un buen trabajo al seleccionar a los candidatos para una vida célibe”.

Asimismo, destacó que el problema fue “una crisis de fe y solo viviendo nuestra fe, obispos, sacerdotes y laicos la superaremos”.

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Bennett y otros miembros del comité pidieron a organizaciones educativas, los Boy Scouts y otras denominaciones religiosas, a hacer lo mismo que hicieron los obispos católicos: crear juntas independientes que descubran la extensión de este problema y lo prevengan.

Episcopado: Se están haciendo cambios

Tras la presentación del reporte, el Obispo de Belleville y Presidente del Episcopado, Mons. Wilton D. Gregory, señaló que los obispos del país están tomando medidas significativas para mejorar la selección de las vocaciones y la formación en los seminarios.

Mons. Gregory reconoció que las cifras “reflejan los errores” de las autoridades eclesiales para lidiar con el problema y “el dolor de corazón que sentimos por lo ocurrido refuerza nuestro compromiso por hacer todo lo que sea posible para que no vuelva a ocurrir”.

Dirigiéndose a los sacerdotes, el Presidente del Episcopado señaló que “tanto sus obispos como ustedes saben que la vasta mayoría está integrada por hombres fieles, generosos y rectos cuyas vidas de dedicado servicio son valoradas y apreciadas. Juntos estamos llamados a llevar una vida más santa y un ministerio íntegro”.

Finalmente, en un mensaje a los laicos, Mons. Gregory aseguró que “en el límite de lo que se puede conocer humanamente, no hay ofensores en el ministerio. Puedo decir con absoluta certeza que los obispos han puesto los medios para responder inmediatamente a las acusaciones, asistir a las víctimas y retirar a los responsables del ministerio sacerdotal”.

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