¿Cómo se llame el sueño nuestro? ¡Jesús! (responden los jóvenes)
A un santo de estas tierras, escuchen esto, le gustaba decir: «El cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, o de prohibiciones. Así el cristianismo resulta muy repugnante. El cristianismo es una Persona que me amó tanto, que reclama y pide mi amor. El cristianismo es Cristo» ¿Lo decimos todos juntos? El cristianismo es Cristo. (cf. S. OSCAR ROMERO, Homilía, 6 noviembre 1977). Es desarrollar el sueño por el que dio la vida: amar con el mismo amor que nos ha amado. No nos amó hasta la mitad, no nos amó un cachito, nos amó totalmente. Nos llenó de amor, dio su vida.
Nos preguntamos: ¿Qué nos mantiene unidos? ¿Por qué estamos unidos? ¿Qué nos mueve a encontrarnos? ¿Saben lo que es? La seguridad de saber que hemos sido amados con un amor entrañable que no queremos y no podemos callar, un amor que nos desafía a responder de la misma manera: con amor. Es el amor de Cristo que nos apremia (cf. 2 Co 5,14).
Fíjense que el amor que nos une es un amor que no "patotea" ni aplasta, un amor que no margina, que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del Señor, un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que sana y levanta. Es el amor del Señor que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado. Es el amor silencioso de la mano tendida en el servicio y la entrega. Es el amor que no se pavonea, que no la juega de pavo real, que se da a los humildes. Ese es el amor que nos une a nosotros.