Celebrada en Milán Misa de exequias de Obispo asesinado en Turquía

Esta mañana, a las 10:30 a.m. (hora local) en la Catedral de Milán, se celebraron las exequias de Mons. Luigi Padovese, Vicario apostólico de Anatolia y Presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, asesinado el 3 de junio cuando se preparaba para viajar a Chipre para acompañar al Papa Benedicto XVI en su viaje apostólico a la isla.

El Arzobispo Edmond Farhat, quien ordenó Obispo al asesinado Mons. Padovese el 7 de noviembre de 2004, representó a la Santa Sede en el funeral. El Prelado maronita (católico) fue Nuncio Apostólico en Turquía del año 2002 al 2005.

Durante la misa exequial se leyó un mensaje del Papa al Arzobispo de Milán, Cardenal Dionigi Tettamanzi, que presidió el rito.

El Padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede dijo que "el Papa demostró su cercanía y dolor en ocasión de su viaje a Chipre y sigue manteniéndose informado. La Secretaría de Estado respeta las competencias de la justicia turca, que asumió las tareas de investigación del asesinato".

Administrador apostólico de Anatolia

Benedicto XVI nombró administrador apostólico del vicariato apostólico de Anatolia (Turquía) a Mons. Ruggero Franceschini, Arzobispo de Esmirna (en turco Izmir).

Tras el nombramiento, el prelado reconoció que su nueva misión "será difícil, dificilísima, pues la comunidad cristiana está abatida, pero es una comunidad cristiana joven y, por tanto, tiene ganas de superar estos momentos".

"Hablé con los jóvenes y están algo divididos, pues se han infiltrado muchos musulmanes. Quizá era necesario estar más atentos. Pero no nos desanimamos, haremos todo lo posible. Estoy convencido de que hay que hacer que vuelva a levantarse esta hermosa y pequeña comunidad, que quiere vivir y sobrevivir", declaró a Radio Vaticano.

El Prelado reconoció que en la comunidad de Anatolia vio mucha "rabia", y sobre todo "muchas ganas de llorar", pues han perdido a su guía y es difícil mirar hacia el futuro.

Al referirse a Mons. Padovese, dijo que "si pecó en algo, fue de generosidad, abrió las puertas a los demás. No era un muro, era una puerta abierta. Trabajaba con las autoridades locales para que fueran reconocidas las minorías cristianas".

"El padre Padovese será recordado como una persona buena, que abrió continuamente los brazos para acoger a todos. Quizá no fue prudente, ¡pero es difícil aconsejar prudencia a un obispo!".

"Cuando a uno lo mueve el celo apostólico, siempre va adelante, con un espíritu muy abierto, con el deseo de hacer siempre el bien. Después el Señor hace lo demás", concluyó.