Católicos en Honduras dan testimonio del grave daño de la migración a las familias

Católicos en Honduras dan testimonio del grave daño de la migración a las familias
Familia hondureña frente a su casa de adobe cerca de Tegucigalpa, Honduras. Crédito: Shutterstock

El P. Luis Melquiades, párroco en un pequeño municipio llamado Mercedes de Oriente, en el suroeste de Honduras, habla con tristeza sobre el abandono que sufrió de adolescente por parte de su padre, cuando éste decidió migrar en busca de trabajo.

"Mi papá se fue para Estados Unidos cuando yo tenía 14, debido a la necesidad y a la situación de pobreza. Yo lo juzgué siempre, hasta que comprendí por qué se había ido", compartió durante una entrevista concedida a ACI Prensa hace unos días.

El P. Melquiades, de 33 años, párroco de la iglesia San Antonio de Padua, en el departamento de La Paz, cuenta que para sus 10 hermanos –muchos de los cuales no conocieron a su padre– "el efecto fue devastador".


P. Luis Melquiades. Crédito. Diego López Marina - ACI Prensa.

"Un día, cuando él regresó, a mis hermanos les costó mucho acercarse, porque no lo conocían. Hasta ese momento él sólo enviaba dinero para que nosotros estudiáramos", lamentó.

El caso del presbítero es sólo una de las tantas historias de desintegración familiar que ocurren a diario en Honduras, país de Centroamérica en el que se verifica el origen, tránsito y retorno de migrantes.

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Situaciones como la falta de trabajo, los bajos salarios, la pobreza, los embates del cambio climático y el abandono del Estado son algunos de los detonantes para que las personas busquen migrar de manera irregular, principalmente a México y los Estados Unidos.

En julio de 2022, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Honduras reportó que el 73% de la población es pobre y que el 53% vive en pobreza extrema.

"La desintegración familiar se da en muchos casos porque el papá se va y no vuelve. También los hermanos mayores se van, forman una familia y no regresan. Esta situación afecta mucho al crecimiento de los hijos, porque la separación siempre duele", explicó el P. Melquiades.

Las cifras sobre el número de hondureños que emigran son escasas. Sin embargo, según los datos más recientes del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DAES), en 2019 se contabilizó un total de 800.707 migrantes, es decir, un 8.35% de la población hondureña. La mayoría de ellos se encuentran actualmente en los Estados Unidos.

Concepción Velásquez, presidente de la comunidad católica Fe y Esperanza de Mercedes de Oriente, contó a ACI Prensa que sólo en su localidad, de unos 1.200 habitantes, hay varias "familias separadas y matrimonios desintegrados".

"Principalmente porque hay hombres que se van hasta 20 años y no vuelven", aseguró.

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Concepción Velásquez. Crédito: Diego López Marina - ACI Prensa

Gabriela Morales, vicepresidenta de Fe y Esperanza, lamentó que en su comunidad haya incluso algunos casos en los que los "dos padres de una familia migran y los hijos se quedan al cuidado de los abuelos".

"Como catequistas de la parroquia nos ha tocado lidiar con estos problemas. Se ve la falta que les hacen sus papás", lamentó durante una entrevista con ACI Prensa.


Gabriela Morales. Crédito: Diego López Marina - ACI Prensa.

Morales asevera que la migración no es una situación que se produzca porque alguien "realmente lo quiera", sino principalmente "por la falta de empleo".

"Nuestros jóvenes y familias quieren salir adelante y vivir una vida cómoda, pero la situación económica no lo permite", destacó.

El trabajo de una agencia católica para fortalecer a las familias hondureñas

Catholic Relief Services (CRS), la agencia internacional humanitaria creada por los Obispos de Estados Unidos, ha trabajado por décadas en el desarrollo de proyectos para que comunidades como la de Mercedes de Oriente salgan adelante y eviten la migración.

A este trabajo se han sumado socios como Cáritas Honduras o Asomaincupaco (Asociación para el Manejo Integrado de Cuencas de La Paz y Comayagua).

Haydee Díaz, representante de CRS en Honduras y el Caribe, explicó a ACI Prensa  que la "gente se siente forzada a migrar, aunque no es lo que verdaderamente quieren".

"Esto es un desastre, porque los jóvenes tienen un rol importante en la comunidad. Ellos muchas veces son las personas que están innovando en las comunidades, que están generando nuevas ideas e impulsan nuevas actividades", detalló en una reciente entrevista.

Algunas de las iniciativas agrícolas que impulsa CRS en el país son los reservorios de agua, sistemas de riego o casas malla. 

Asimismo, promueve capacitaciones para que los hondureños se organicen en grupos de ahorro y préstamo, o se desempeñen en un oficio de alta demanda en su comunidad y luego aprendan a crear su propia empresa.

Elvin Márquez, un hondureño de 32 años proveniente de la comunidad de San Antonio, departamento de La Paz, fue uno de los beneficiarios de los proyectos. Él recibió una capacitación de CRS y Asomaincopaco para convertirse en "Paravet", un técnico veterinario de ganado y animales de granja.

"Este aprendizaje con talleres ha sido necesario porque me ha generado mejores ingresos. A diferencia de la agricultura, la necesidad de la aplicación de medicinas y atención del ganado es constante", contó a ACI Prensa.

Otro caso de éxito es el de Rony Figueroa, un padre de familia católico que vivió en carne propia la migración. 

En el 2007 viajó a Estados Unidos para ganar dinero, pero cuatro años después decidió regresar a su tierra, Aguanqueterique, un municipio del departamento de La Paz, con el objetivo de volver a ver a su familia e intentar establecerse.

 

 

Gracias a la implementación del proyecto "Raíces" de CRS en el 2020, logró desarrollar una finca donde tiene diversos cultivos, cosechas de agua y estanques de peces.

Actualmente, la migración se ha convertido en una situación impensable para él y su familia.

"Me siento orgulloso de Honduras. Es donde nací, y ahora se supone que debo ser un portador de luz para los demás", dijo a ACI Prensa.

Desde CRS, Díaz explica que "cuando las personas tienen comida y sus propios cultivos, pueden darle a su familia el pan de cada día y generar ingresos vendiendo sus productos en el mercado".

"Cuando esto sucede vemos que las familias y los jóvenes quieren quedarse en Honduras, en sus comunidades, porque lo que más les hace falta es tener un ingreso digno", aseveró.

Según la especialista de CRS, los reservorios de agua y los proyectos de riego representan una forma de asegurar que las familias cultiven y tengan un excedente.

"Eso es lo que frena la migración, porque las personas no tienen esa desesperación de no poder resolver las cosas más básicas", explicó.

Díaz resaltó asimismo que el trabajo que se hace de CRS "no es sólo económico, sino que realmente es una visión de un desarrollo integral para promover la dignidad de cada persona".

"En las comunidades necesitamos jóvenes que aprendan la agricultura y que vean la agricultura y el desarrollo agrícola de sus comunidades como una forma de sacar sus comunidades adelante, no sólo cultivando, sino haciendo un negocio que lleve un ingreso a la familia", concluyó.

 

 

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