También en la casa común, en la Tierra, también en nuestra relación con la gente, con el prójimo, con los más pobres, ¿cómo podemos restaurar esta armonía? Necesitamos una nueva forma de ver nuestra casa común. Entendámonos: la Tierra no es un depósito de recursos para ser explotados.
Para nosotros los creyentes el mundo natural es el "Evangelio de la Creación", que expresa la potencia creadora de Dios para plasmar la vida humana y hacer que el mundo exista junto con lo que contiene para sostener a la humanidad. El relato bíblico de la creación concluye de la siguiente manera: "Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien" (Gn 1:31).
Cuando vemos estas tragedias naturales que son la respuesta de la tierra a nuestro maltrato, yo pienso: "Si ahora preguntase al Señor que piensa, no creo que me dijera que todo está muy bien". ¡Nosotros hemos arruinado la obra del Señor!
Al celebrar hoy la Jornada Mundial de la Tierra estamos llamados a reencontrar el sentido de respeto sagrado por la Tierra, porque no es solo nuestra casa, sino también la casa de Dios. ¡De esto surge en nosotros la conciencia de estar en tierra sagrada!