Algunas veces he encontrado personas que se me acercan y me dicen: 'padre, yo he protestado en contra de Dios porque tengo este problema'. ¿Sabes que la protesta es una forma de oración cuando se hace así? Cuando los niños, los jóvenes, protestan en contra de los padres es una forma de llamar la atención y pedir que los cuiden. Si tú tienes en el corazón alguna herida, algún dolor, y tienes ganas de protestar, protesta, Dios te escucha, Dios es Padre, Dios no se asusta de nuestra oración de protesta. Sean libres, sé libre, en tu oración. No encarceles tu oración en los esquemas preconcebidos, la oración debe ser espontánea como la de un hijo con su padre que le dice todo lo que le viene a la boca, porque sabe que el Padre lo entiende.
El "silencio" de Dios, en el primer momento del drama, significa esto. Dios no va a rehuir la confrontación, pero al principio deja a Job el desahogo de su protesta. Y Dios escucha. Quizás, a veces, deberíamos aprender de Dios este respeto y esta ternura.
A Dios no le gusta, aquella 'enciclopedia', llamémosla así, de explicaciones, de reflexiones, que hacen los amigos de Job, eso es jugo de lengua que no es justo, es aquella religiosidad que explica todo pero el corazón permanece frío, a Dios no le gusta esto, le gusta más la protesta de Job, el silencio de Job.
La profesión de fe de Job -que emerge precisamente en su incesante llamamiento a Dios, a una justicia suprema- se completa al final con la experiencia casi mística que le hace decir: «Yo te conocía solo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42,5). Cuántas personas, cuántos de nosotros, después de una experiencia un poco fea, oscura, da el paso y conoce mejor a Dios, y podemos decir como Job, yo te conocía de memoria, de oídas, pero ahora te he visto, te he encontrado.