El Arzobispo de Caracas (Venezuela), Cardenal Jorge Urosa Savino, llamó a los sacerdotes a vivir siempre la caridad y valorar y proteger el tesoro del celibato dado por Cristo “con una conducta siempre correcta y digna, y con una intensa vida espiritual”.

“Es preciso que vivamos a plenitud, como Jesús, el amor al Padre y a la humanidad. En esa línea se comprende y se vive con alegría, con fidelidad y abundantes frutos, nuestra consagración al Señor y a la Iglesia en el celibato sacerdotal, que es un tesoro recibido del mismo Señor”, afirmó durante la ordenación sacerdotal de Guillermo María Alberto y Warren Escalona, y diaconal de Jorge de La Cruz.

Ante los fieles reunidos el sábado en la Basílica de Santa Teresa, el Cardenal Urosa indicó que el tesoro del celibato es recibido para “manifestar al mundo que ‘Dios es amor’ y que el amor a Dios es más sublime y más gratificante que cualquier otro amor”.

En ese sentido, recordó, “el camino a la felicidad no es la tibieza espiritual, ni la codicia ni la lujuria, sino el amor al Señor y el amor al prójimo”.

“El Concilio Vaticano II nos enseña en el documento sobre el ministerio y la vida de los presbíteros que la caridad pastoral es precisamente el elemento unificador de todas las tareas que hemos de realizar en los diversos ministerios que se nos encomienden. Es preciso que la gente nos perciba como hombres que, llenos del fuego del amor a Dios, nos consagramos a su servicio por el amor de Dios y por amor a ellos”, añadió.

En su homilía, el Purpurado recordó que los sacerdotes son cooperadores de los obispos y están llamados a alimentarse continuamente de la palabra de Dios y de la Eucaristía para ser buenos pastores que guíen a los fieles hacia la felicidad en medio de las dificultades de la vida.

Finalmente, exhortó a orar por “el aumento y perseverancia de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Que haya muchos jóvenes, muchachos y muchachas, que quieran consagrarse al Señor para dar testimonio de que Dios es amor, y para mostrar y comunicar al mundo entero el inmenso y sublime amor del Corazón de Jesús”.