El Cardenal Angelo Scola, Patriarca de Venecia (Italia), y Relator General del Sínodo, hizo un apretado elenco de los principales desafíos referidos a la Eucaristía y a la Misa –desde la ‘intercomunión’ con los evangélicos hasta la comunión de los divorciados–; y llamó a responder a ellos desde la fe de la Iglesia y no desde las presiones del mundo.
En su extensa Relatio ante disceptationem –el tradicional informe que precede al debate en todo Sínodo– el Cardenal Scola advirtió que “el apagarse del asombro eucarístico depende, en último análisis, de la finitud y del pecado del sujeto. Frecuentemente esto encuentra un terreno de cultura en el hecho que la comunidad cristiana que celebra la Eucaristía está lejos de la realidad. Vive abstractamente. Ya no le habla al hombre concreto, a sus afectos, a su trabajo, a su descanso, a sus exigencias de unidad, de verdad, de bondad, de belleza”; y señaló que “la Asamblea Sinodal deberá indagar atentamente este estado de cosas y sugerir los remedios posibles”.