Cardenal Ouellet: Papa Francisco lleva en el corazón el sufrimiento de Haití

Ha comenzado ya la Jornada "La Comunión de la Iglesia: memoria y esperanza por Haití, a los cinco años del terremoto", propuesta por el propio Papa Francisco y organizada por el Pontificio Consejo Cor Unum y la Pontificia Comisión para América Latina.

La jornada cuenta con numerosas personalidades, entre ellas el Cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina; y el Cardenal Robert Sarah antiguo presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum" y recién nombrado prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

También participa el profesor Guzmán Carriquiry, secretario encargado de vicepresidencia de Pontificia Comisión para América Latina, y Giovanni dal Toso, secretario del Pontificio Consejo "Cor Unum".

Entre los ponentes figura el Cardenal haitiano Chibly Langlois, que Francisco creó hace ahora casi un año.

Entre los asistente estuvieron también algunos jóvenes de Haití que sobrevivieron al terremoto de 2010, que pudieron participar gracias a los Caballeros de Colón.

Las palabras de inauguración fueron del Cardenal Marc Ouellet, que recordó la grave situación por la que atravesó Haití y dibujó el nuevo escenario al que se enfrenta ahora.

El Cardenal Ouellet comenzó explicando que "el Santo Padre Francisco lleva siempre en su corazón los sufrimientos y las esperanzas del pueblo de Haití" y destacó que "no ha olvidado, ni quiere que se olvide, el terrible terremoto que el 12 de enero de 2010 causó en ese querido país un número impresionante de muertos y heridos, millares de huérfanos y discapacitados, una multitud de personas sin hogar, marginadas, desplazadas, migrantes y refugiadas".

A su vez, explicó el deseo del Papa de celebrar esta Jornada y aseguró que las diversas conferencias episcopales "no se han olvidado de lo sufrimientos y esperanzas del pueblo haitiano". Recordó que el terremoto produjo la destrucción o el daño de edificios, casas y templos.

"Cómo se puede olvidar ésa tremenda calamidad que se desató contra una población ya muy sufrida por las condiciones de pobreza extrema, por la brecha entre los pocos ricos y los muchos pobres, por la situación de grave inestabilidad política y la desestabilización de las frágiles instituciones y la escalada de inseguridad y violencia".

El Cardenal lamentó que el resultado "ha sido una situación dramática, en la que los sufrimientos e incluso la desesperación se presentó a los ojos de los obispos haitianos como insostenible".

En su intervención, el Cardenal Ouellet alabó la labor de solidaridad prestada por gobiernos organizaciones, instituciones y agencias internacionales y apuntó que "toda auténtica reconstrucción comienza y recomienza por las personas, por la toma de conciencia de su dignidad y responsabilidad, por sus afectos familiares, por su solidaridad con los más necesitados, por su conciencia de formar parte solidaria de un pueblo, por la revitalización de su tradición católica como respuesta a sus anhelos de amor y verdad, justicia y felicidad".