El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, exhortó a los peruanos a promover un “humanismo abierto” que, reconociendo la ley moral natural inscrita por Dios, respete la vida y la familia y las defienda del relativismo que impulsa el aborto y las uniones homosexuales.

En un artículo publicado en el diario El Comercio el 31 de diciembre, el Purpurado se refirió al Mensaje por la Jornada Mundial de la Paz del Papa Benedicto XVI, que “nos propone interesantes ideas para iluminar nuestros pensamientos y acciones” y plantea “un ‘humanismo abierto a la trascendencia’, que supere antropologías y éticas basadas en presupuestos teóricos-prácticos puramente subjetivos y pragmáticos”.

El Papa, indicó, nos dice que “‘se debe desmantelar la dictadura del relativismo moral que presupone una moral totalmente autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre’. El mundo actual necesita del soporte de un ‘pensamiento nuevo’, de una nueva síntesis cultural, para superar tecnicismos y armonizar las múltiples tendencias con vistas al bien común”.

El Arzobispo de Lima explicó que este humanismo cristiano pasa “por el respeto de la vida humana, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural”.

“Por ello es injusto y abusivo pretender codificar de manera indirecta falsos derechos o libertades que, basados en una visión reductiva y relativista del ser humano, y mediante el uso hábil de expresiones ambiguas, se encaminan a favorecer un pretendido derecho al aborto terapéutico, lo que amenaza el derecho fundamental a la vida”, afirmó.

Asimismo, señaló, “se debe afirmar la estructura natural del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, frente a los intentos de equipararla (…) con formas radicalmente distintas de unión que, en realidad, dañan y contribuyen a su desestabilización y oscurecen su carácter particular y su papel insustituible en la sociedad”.

El Cardenal explicó que estos principios –junto al derecho de los padres a decidir la formación de los hijos-, “no son verdades de fe, pero están inscritos en la misma naturaleza humana, se pueden conocer por la razón, y por tanto son comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia al promoverlos no tiene un carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa”.

En su mensaje, el Purpurado también advirtió que “en sectores de la opinión pública, la ideología del liberalismo radical y de la tecnocracia insinúa la convicción de que el crecimiento económico” se debe conseguir erosionando “la función social del Estado y de las redes de solidaridad de la sociedad civil, disminuyendo el valor de los derechos y deberes sociales”.

“Ha prevalecido en los últimos tiempos, la tendencia a maximizar la utilidad y el consumo, en una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas solo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad”, señaló.

Por ello, exhortó a enseñar “a vivir con benevolencia, más que son simple tolerancia. Es fundamental que se cree el convencimiento de que ‘hay que decir no a la venganza, hay que reconocer las propias culpas, aceptar las disculpas sin exigirlas y, en fin, perdonar’, de modo que los errores y las ofensas puedan ser en verdad reconocidos para avanzar juntos hacia la reconciliación.

“Promover el ‘humanismo abierto’ es un trabajo lento, porque supone una evolución espiritual y una educación a promover los más altos valores. En síntesis, una visión trascendente de la historia humana”, finalizó el Arzobispo de Lima.