Card. Rouco: Armonía con inmigrantes es cuestión de conversión y no de tiempo

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Con ocasión de la 92º Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado a celebrarse este domingo, el Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco, señaló que la superación de las incomprensiones y dificultades en la convivencia con los inmigrantes no es una “mera cuestión de tiempo” sino de “conversión de actitudes y conversiones”.

“Superar todas las incomprensiones y las dificultades propias de una convivencia entre personas y grupos que no tenemos la misma historia, ni las mismas costumbres, que no hablamos la misma lengua, incluso, en no pocos casos, que no profesamos la misma religión y que, en último término, no nos conocemos, no es evidentemente una mera cuestión de tiempo", sino que implica "una tarea humana y cristiana que entraña y exige conversión de actitudes y de corazones", indicó el Cardenal.

En su carta titulada “Una sola comunidad, un solo pueblo, un solo barrio: juntos los construimos”, el Purpurado exhortó a "hacer de nuestra sociedad un pueblo solidario en la esperanza de que nadie quede excluido; un pueblo realmente preocupado por la calidad de vida de las personas, salvaguardando la dignidad del hombre en las relaciones sociales, laborales y económicas".

Pilares éticos fundamentales

A juicio del Arzobispo, es necesaria la afirmación práctica de cuatro pilares éticos fundamentados en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios: la verdad, la justicia, el amor y la libertad.

La inmigración es "todo un reto, en orden a afrontar la tarea histórica de hacer posible una sociedad nueva y una convivencia profundamente humana", aseguró el Cardenal puntualizando que a los inmigrantes no se los puede considerar "como extraños, como forasteros", ya que son "nuestros vecinos y nuestros feligreses, son nuestros diocesanos, son nuestros conciudadanos". "Toda inmigración de trabajo se transforma en población de ciudadanos", afirma en su carta.

Más en América

"En el actual contexto social –este mundo urbano, plural, complejo y cambiante, en el que nos toca vivir–, los cristianos, madrileños e inmigrantes, estamos llamados a reconocernos entre nosotros como hermanos de modo que la nueva sociedad emerja cada vez más visiblemente, por encima de las diferencias de nuestros orígenes y de nuestra condición, con gestos de respeto, de solidaridad, de mutua ayuda, de amistad y fraternidad", señaló el Purpurado.

De esta manera, continúo el Cardenal Rouco, se derribarán las barreras de la desconfianza, de los prejuicios y de los miedos que, a su entender, por desgracia, existen, y así se rechazará la discriminación o exclusión de cualquier persona.

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